Nutrición y psicología aportan las herramientas necesarias para paliar la ansiedad en el taller ‘¿Hambre emocional? Deja de comerte tus emociones’ de Helena Rubio e Isabel Ortuno

La psicóloga Isabel Ortuno y la licenciada en Ciencias y Tecnologías de los Alimentos, Helena Rubio, han puesto en marcha el taller ‘¿Hambre emocional? Deja de comerte tus emociones’ que busca dar solución a los malos hábitos de alimentación que surgen cuando se utiliza la comida para paliar la ansiedad que se sufre.

Un tándem que surge por la conexión que se produce entre cuerpo y mente, y en la que la psicología ofrece las habilidades necesarias para llevar a cabo un proceso de adelgazamiento y no caer en la ingesta emocional, respondiendo solo a la fisiológica, sin sufrimiento ni ansiedad, y con calma.

El segundo de los talleres tendrá lugar el próximo viernes 23 de noviembre aunque ya cuenta con todas las inscripciones completas, por ello, el objetivo es repetir esta terapia grupal próximamente.

Hoy en día surgen conflictos en el estilo de vida que llevamos y la manera que nuestro cuerpo y nuestro cerebro los gestiona. De ahí ese “estrés continuo” que sufrimos y desequilibrios corporales que se muestran en forma de sobrepeso u obesidad en más de un 60% de la población. Literalmente nos comemos nuestras emociones y nos sobrealimentamos. Helena Rubio, nutricionista.

A través de una terapia con un grupo limitado de participantes, las dos profesionales discurrieron el pasado viernes sobre un problema tan común como el comer sin hambre físico alimentos que por sus componentes químicos ejercen un efecto calmante o estimulante sobre el organismo. “Estos productos interfieren con los sistemas naturales del placer del propio cuerpo. Utilizamos la comida, seguramente, ‘no sana’ como forma de gestionar emociones buenas y malas. Es una forma de tragarnos los problemas o de celebrar nuestros éxitos. Comer para anestesiarnos más que para alimentarnos”, destaca Ortuno acerca del hambre emocional.

Este hambre emocional y la ansiedad puede afectar a cualquier persona independientemente de su edad o género, y es que basta con canalizar de forma errónea el estrés o cualquier emoción negativa. El taller está abierto a toda clase de público, ya sea porque han comenzado una dieta de adelgazamiento, que ya se encuentren inmersos en ella, o simplemente personas que gestionan mal su ansiedad a través de la comida, aunque no tengan aún un problema de sobrepeso. Los primeros asistentes a este taller pudieron aprender que “todo el mundo tiene poder sobre su cerebro y sobre su cuerpo, solo hay que enseñarles cómo. El paciente sólo así entiende que si maneja su salud mental puede manejar la alimentación, entre otras muchas cosas”, subraya Rubio.

El cerebro ha identificado que la comida suministra ágilmente una ‘solución emocional’ rápida, es decir, libera dopamina (enzima del placer y del bienestar) en cantidades grandes y sin mucho esfuerzo. De esta forma consolidamos patrones erróneos para la resolución de nuestros conflictos. Y es ahí donde empieza el verdadero sufrimiento, la verdadera alteración… no sólo no vamos a resolver problemas, sino que vamos a crear nuevos. Una relación no correcta con la alimentación genera trastornos, ya no sólo del ámbito alimenticio (anorexia, vigorexia…) sino de cualquier índole mental (baja autoestima, ansiedad, depresión…). Este tema es mucho más serio de lo que parece y toda concienciación es poca. Isabel Ortuno, psicóloga.

Comer sin hambre real es antinatural y dañino, tanto física como emocionalmente. Como destaca Ortuno, esto genera en el individuo dos expectativas falsas, la primera es que las emociones negativas no deben formar parte de nuestra vida o se mitigan comiendo, lo que impide aceptar una realidad: que las emociones negativas juegan un papel normal y fundamental en nuestra experiencia. En segundo lugar, que los problemas deben solucionarse de forma inmediata e instantánea.

Las consecuencias físicas que conllevan malos hábitos son evidentes, se sufre obesidad, por sí sola llamada epidemia del siglo XXI, y por ende multitud de enfermedades anexas como diabetes tipo II, hipertensión arterial, hipercolesterolemias, problemas óseos, cáncer, etc. “Ni que decir tiene que toda enfermedad que sufre el organismo tiene consecuencias directas sobre nuestra salud emocional y mental. Es un binomio imposible de romper. Si no sabemos gestionar nuestras emociones de manera adecuada, sin caer en hábitos insanos que generen una cantidad de dopamina elevadísima, ya sea comer, beber alcohol o drogarnos, vamos a sufrir sus consecuencias en el cuerpo. No podemos arreglar al cuerpo, sin tener salud mental”, aclara Rubio.

Este taller surge por la necesidad urgente de solucionar ciertos conflictos que aparecen tras semanas en tratamiento de adelgazamiento en pacientes con bajadas de peso bajas, con altibajos en la dieta, o con parones en su adelgazamiento. La dieta de adelgazamiento requiere aprendizaje de hábitos saludables, cambiar la manera de comprar, de comer, de relacionarnos alrededor de la comida, y por supuesto llevar un menú adecuado y guiado para provocar un descenso en el tejido adiposo almacenado. Sin embargo, el cuerpo no está separado de la mente, y si se sufre ansiedad y estrés, sentimientos de culpa o de inseguridad, es muy probable que se termine abandonando el objetivo de adelgazar. Por todo ello, este taller trata de aportar luz a los pensamientos más oscuros y una salida a comportamientos que nada tienen que ver con hambre real.