El folk llegado de Euskal Herria de la mano de Korrontzi, pone fin al Festival Siete Soles, Siete Lunas, llenando el Auditorio Corazón de la Mancha con los sonidos de la trikitixa

La última noche del Festival Siete Soles, Siete Lunas, trajo hasta el cerro de San Antón al grupo vasco Korrontzi, una banda folk que mama de los sonidos de los viejos trikitilaris de Bizkaia dotando a la música folk de Euskal Herria y a los sonidos tradicionales vascos de un punto contemporáneo.

Con la trikitixa como instrumento principal de la banda, este acordeón vasco ha hecho bailar y cantar a los asistentes con canciones emotivas y llenas de momentos pasionales.

La gente recibe muy bien la música vasca, es música de mucha energía para bailar, el público aunque no conozca la cultura vasca, se lo pasa bien, y eso es lo primordial en un concierto de Korrontzi.

Korrontzi toma su nombre de un viejo trikitilari que tenía por costumbre bajar en burro desde su caserío hasta la plaza de Mungia y alegrar los domingos a los que se concentraban para oír sus piezas.

Con la premisa de que no existe música que no se baile, Korrontzi ha estado acompañado por Amilotx Dantza Taldea, cuyo objetivo es transmitir y expandir la cultura vasca mediante la danza.

Llevamos unos diez años girando con Korrontzi en el Festival, un evento que permite mostrar la cultura vasca al resto del mundo, a la vez que nos nutrimos del resto de grupos durante su visita a Euskal Herria. El Festival Siete Soles, Siete Lunas es un intercambio de artistas, tradiciones, un montón de cosas que nos hacen enriquecer la vida de todos”, ha indicado Barandiaran.

El Festival Siete Soles, Siete Lunas nació por la curiosidad y la iniciativa de un grupo de estudiantes de la Toscana, hoy 30 años después se ha convertido en una red cultural de 30 ciudades repartidas en 13 países de todo el mundo que pretende acercar la música de los artistas que participan de éste circuito a pequeñas ciudades en las que la relación con el público es lo más importante.