Enrique Carrazoni, un fotógrafo en busca de la luz y la belleza

Hasta el 16 de octubre se podrá disfrutar en la Galería Marmurán de Alcázar de San Juan del arte fotográfico de Enrique Carrazoni. Una muestra de 10 fotografías de desnudo, en blanco y negro y de gran formato, que atraen las miradas hacia la belleza y el juego de equívocos de las composiciones

Cultura 10 de septiembre de 2021

La Comisaria de la exposición, la licenciada en Historia del Arte Manuela Sevilla, describe muy bien la esencia de la fotografía de Carrazoni, “siempre tienes que ver un poco más de lo que hay”.

Lo que hay, en esta ocasión, es simple y llanamente una mujer disfrutando de su cuerpo, explica el artista; eso sí, evitando mostrarla como un objeto y desviando las miradas hacia la piel, los poros, el vello erizado y las cicatrices.

Un microcosmos que crece con la luz y se transforma con las sombras, dando a este cuerpo el aspecto de un torso marmóleo, en unas ocasiones, o de un paisaje planetario, en otras. Incluso cobrando la forma del perfil de un edificio en la composición más arquitectónica.

Vemos lo que queremos ver, algo con lo que Carrazoni -que formó parte en Valencia del equipo “Realidad”- juega muy bien.

“Me ha interesado siempre la luz, la belleza y lo siniestro. Todo a la vez. Con esto juego, siempre con sentido del humor”.

El interés por la luz se lo debe a los espejismos manchegos; a esas carreteras que se transforman en ríos con la calima veraniega de las cuatro de la tarde y, sobre todo, la luz de la llanura, “el mar de La Mancha”, que sorprende a visitantes desde los molinos.

Una luz que forma parte de los recuerdos de infancia del artista que nunca ha querido vivir del arte porque “yo hago lo que me da la gana, trabajo para mi”.

Otra cosa es ganarse la vida, y se le ha dado muy bien con la fotografía de arquitectura, en la que cuenta con reconocimiento internacional, habiendo trabajado con grandes arquitectos, como Norman Foster o Santiago Calatrava.

Y esto, con un importante hándicap que no se ha preocupado en mejorar, “no sé idiomas, pero nunca me ha hecho falta”.

Pero, no hay luz sin sombra, quizá de ahí venga también la atracción de Carrazoni por lo siniestro y el juego de equívocos. Aunque, en esto último, la censura de épocas pasadas tuvo mucho que ver.

Una censura que ratificó al artista “la importancia de la mirada”.

Su primera exposición, “Entre Manos”, en la Galería Ovidio de Madrid, casi fue censurada en 1975 por “pornográfica”. Cuando, en realidad, sólo acercó su objetivo a las diferentes formas plásticas que pueden tomar las manos, vestidas con luces y sombras.

Una primera muestra que, de alguna forma, retoma en la exposición de la Galería Marmurán. Donde vuelve a investigar y a experimentar con la iluminación y los encuadres muy cortos.

Una exposición con la que Carrazoni nos regala su arte, su visión personal y su experiencia de vida.

Esa “magia pura” que descubrió siendo niño en La Mancha, con la máquina fotográfica de placas de su tío, y que el paso del tiempo no sólo no ha desvirtuado, sino que le sigue cautivando por completo.