Alcázar de San Juan: Parada y Fonda. Más de un siglo de historia a través del ferrocarril

El siglo XIX es el siglo de ferrocarril en Alcázar de San Juan. El 20 de junio de 1854 no es sólo una fecha, es el día en el que el tren llegó por primera vez a Alcázar de San Juan. Un antes y un después que marcaría el devenir de una villa convertida en ciudad gracias a su historia ferroviaria.

Hombres de negocios como el Marqués de Salamanca impulsaron su desarrollo con la prolongación de la línea Madrid-Aranjuez hasta Tembleque, y de ahí hasta Alcázar de San Juan, completando así la línea Madrid-Alicante.

El ferrocarril es el instrumento de introducción y casi nueva conquista contemporánea por parte de los núcleos centrales de Europa capitalistas. Sus tentáculos lo que hacen es integrar el territorio al mundo capitalista y aprovechar todo lo que necesitasen de ese territorio, ya sean materias primas o invertir en capital. José Ángel Gallego, historiador.

Las líneas del norte en manos de compañías francesas junto a las del Marqués de Salamanca propician la creación de la MZA, siglas de Madrid, Zaragoza y Alicante. Una red que vertebra el tráfico ferroviario en España entre el norte, sur y levante, situando a Alcázar de San Juan como centro neurálgico de distribución de viajeros y mercancías.

En 1865 la filoxera hizo estragos en toda Europa, lo que supuso que aquellas zonas propicias climáticamente y con posibilidades de comerciar con vino se convirtieran en objeto de inversión de grandes capitales vascos, situándose en toda La Mancha, pero sobre todo en Alcázar de San Juan. Inicialmente hay una plantación masiva de vides: de las 400 hectáreas que existían entorno a 1860, se llegó a tener 9000 hectáreas en 1920. En 30 años, Alcázar de San Juan pasó de tener menos de 1000 propietarios rústicos a más de 4000 en 1930, lo que suponía el 40% de la riqueza rústica.

La actual calle Marqués de Mudela se conocía como la calle de las bodegas porque estaba llena de bodegas, incluso lo que hoy es sede de la Policía Nacional era donde tenía su sede las Bodegas Bilbaínas. José Ángel Gallego, historiador.

El tren además, supuso que Alcázar de San Juan abandonara su condición de Villa y obtuviera el título de Ciudad gracias a los viajes del rey Alfonso XII camino de la costa. Estos viajes no estaban exentos de parar en la estación manchega, lo que despertó la curiosidad del monarca dada la relevancia de del nudo ferroviario que determinó otorgar el reconocimiento de ciudad a Alcázar de San Juan en 1877.

VIAJEROS ILUSTRES

Viajeros tan ilustres como Hans Christian Andersen, escritor danés y autor de cuentos como ‘La Sirenita’ o ‘El patito feo’, también darían con sus huesos en la estación alcazareña en su “Viaje por España” título del libro que dedica unas líneas a la localidad manchega en el capítulo que se relata el viaje de Córdoba a Alcázar de San Juan. No menos ilustre es el poeta Miguel Hernández que también deambuló por los andenes y calles de de la ciudad, hospedándose incluso en la “Fonda de la Alegría” desde la que pediría ayuda a su amigo Ramón Sijé.

Las estaciones que se constituían como nudos importantes, eran muy propicios para el tránsito de personas. Eran lugares muy cosmopolitas y este cosmopolitismo se sigue respirando entonces porque los pueblos aún seguían muy encerrados en sí mismo. José Ángel Gallego, historiador.

En un nudo ferroviario como el de Alcázar de San Juan, las largas esperas son imprescindibles, al igual que los transbordos de tren a tren, y de ahí que 1890 sea otra fecha clave para Alcázar y su estación, ya que ese año abre sus puertas La Fonda de Alcázar.

Es así como la estación y su fonda emprenden un viaje centenario en el que no se concibe una sin la otra. Grandes eventos y celebraciones tienen lugar en su inmenso salón, como la celebración del eclipse total de sol de 1900 que se festejó con un menú especial preparado para todos aquellos que acudieron a ver tan curioso suceso.

Las estaciones que formaban parte de compañías de primer orden como la de Alcázar, tenían todo tipo de servicios, mantenimiento, talleres, lo que supuso un aumento de la plantilla que allá por los años 40 pasaba de mil trabajadores, una cantidad nada desdeñable para la época.

En la Fonda se respiraba bastante liberalidad, se hablaba con libertad de determinadas cosas e incluso Mazuecos relata en uno de sus cuadernos que allí se fundaban algunos de los periódicos de la Ilustración Manchega. Era un sitio de gran liberalidad. José Ángel Gallego, historiador.

Poco a poco el aumento de trenes y viajeros necesitó del crecimiento de La Fonda y su plantilla que llegó a tener 33 empleados, incorporando a jóvenes con ganas de trabajar y aprender un oficio.

Tal era el trasiego de trenes que llegado 1964, se dispuso en el interior de la fonda largas mesas con servicios de desayuno preparados para servir en el momento que los clientes entraban en el local.

En Alcázar de San Juan se fue a avanzadillas sobre el movimiento obrero, la petición de los derechos de los trabajadores y muchas más que vinieron de la mano de los ferroviarios. José Ángel Gallego, historiador.

La visión de negocio de los concesionarios de la fonda era tal que popularizaron la venta directa en los andenes con unos carrillos que llevaban jóvenes o trabajadores de Renfe en su tiempo libre, lo que permitía dar servicio a todos los que llegaban a la estación alcazareña como los trenes especiales de reclutas que se incorporaban al servicio militar, jornaleros que viajaban a Francia a la campaña de la vendimia o aquellos enfermos que peregrinaban a Lourdes.

PERSONAJES POPULARES EN LA FONDA

Si bien de día la estación y la fonda eran un hervidero de viajeros, al llegar la noche el público era radicalmente distinto, convirtiéndose en un local que no cerraba nunca y siempre acogía a todos los que seguían teniendo ganas de fiesta.

El mundo de la farándula también hizo suya la fonda y en sus desplazamientos durante las giras por España, siempre tenían tiempo para compartir charlas, risas y alguna que otra copa con los clientes que allí concurrían.

Teníamos dos mesas largas preparadas con las tazas y una bandeja de tortas. Estábamos cuatro en el mostrador, dos camareros en cada mesa más otras dos personas en la cantina, y aún así había veces que la gente se iba sin despachar. Jacinto Villaseñor, trabajador desde 1954 a 2006.

La proliferación de turismos y la modernización de Renfe, que fue acortando los tiempos de espera entre transbordos, propiciaron el declive de tan próspero negocio que en 2006 se vio abocado al cierre de sus puertas.

Centro Social de la comarca durante toda su vida siempre permanecerá en nuestra memoria una sencilla frase que resume a la perfección toda su historia: “Alcázar, parada y fonda”.