Arquitectura manchega, historias de Hidalgos, molinos de agua o cañadas reales han sido las protagonistas de la primera de las Rutas con Encanto de Pablo Pichaco

Con un paseo que se iniciaba en el término municipal de Alcázar de San Juan, el biólogo y experto en interpretación del territorio Pablo Pichaco, ha iniciado lo que promete ser la primera etapa de la serie ‘Rutas con Encanto’.

En esta ocasión, la aventura ha dado comienzo con un itinerario de 12 km por los parajes manchegos, en los que el experto ha desgranado la historia geológica que encierra el entorno del río Gigüela y los detalles más desconocidos de la arquitectura manchega.

La casa de Don Juan, la Finca de los Cocederos, el molino de agua de La Guerrera y los pozos ancestrales de Navarro, han sido algunos de los puntos visitados en esta excursión por el paraje natural alcazareño.

Muchas veces paseamos y no nos fijamos en lo cotidiano, por eso queremos dar a la gente las herramientas que les permitan interpretar lo que están viendo.

A pesar de que los molinos de viento son los elementos más conocidos y que mejor se conservan, el biólogo ha puesto en valor los molinos de agua como patrimonio manchego que lamentablemente se están perdiendo.

Hemos visto casas de labranza y quinterías que hablan de la arquitectura típica manchega donde el hombre se fusionaba con el entorno”, ha indicado Pichaco, que recordó durante la ruta que Alcázar fue calificada como la segunda población con las condiciones climáticas más drásticas después de Siberia, ya que se llegaban a superar los 40º en verano y los 12º bajo cero en invierno.

Vivir aquí era duro, y los habitantes optimizaban sus recursos para construir. La orientación de las casas las hacían de tal manera que estuviera aisladas térmicamente tanto en verano como en invierno. Incluso tenían las puertas y ventanas estratégicamente puestas para que la casa no se llenara de humo en caso de poner la chimenea.

La Finca de los Cocederos fue una parada destacada en el camino que luce en su fachada la frase ‘Aquí yacía Don Quijote’, que por las referencias que se documentan en la historia y que datan de finales del año 1500, podría albergar el secreto de haber sido la primera residencia de la familia Cervantes.

Otro de los rasgos destacados fueron materiales como el albardín o esparto manchego con los que antiguamente se elaboraban nasas para pescar, colchones en los que dormían los gañanes o los tradicionales serijos.

La Cañada Real Soriana Oriental fue otro de los puntos comentados durante la ruta siendo una destacada zona de paso trashumante en el entorno del río Gigüela. Se trata del Consejo de la Mesta de la Edad Media, instaurado por Alfonso X hace más de 700 años. Un cordel de más de 800 km que va de Soria a Sevilla y pasa por estos parajes, y no hemos sido capaces de darle la importancia que tiene”

Los Pozos de Navarro son unos pozos que además de yacimiento arqueológico, estudiado por la UCLM debido al gran número de petroglifos que en su entorno se encuentran, cuentan con unas aguas de una calidad excepcional, lo que sorprende por el entorno en el que se encuentran.

Puntos de encuentro donde los trashumantes y habitantes dejaron su huella en el paisaje, y que revelan el pasado quijotesco y cervantista de Alcázar de San Juan. ‘Vivir en La Mancha en el siglo XVIII. De la Mesta a los hidalgos del Priorato de San Juan’ nace con el espíritu de dar a conocer todos aquellos rincones cercanos en la distancia y aún desconocidos por muchos.