Las Perdigueras, el pozo que da vida a Alcázar de San Juan

Al sur del término municipal de Alcázar de San Juan, nos encontramos con los Montes del Concejo, como se les conocía antiguamente, un terreno de 7 millones de años con un material calizo que hizo posible la formación del acuífero 23, el más grande de Europa, que nutre a la localidad alcazareña, Cinco Casas y La Alameda de Cervera.

Actualmente, el visitante podrá ver un encinar adehesado, un paisaje muy diferente al definido hace 2.000 años como un mar de árboles que no permitía ver el final. Un paisaje modificado por el hombre sobre todo con cultivo de la llamada terna mediterránea, la vid, el cereal y el olivo.

El nombre del Pozo de las Perdigueras tiene tanta historia como la que une el agua con Alcázar,  se encuentra a 25 kilómetros de Alcázar disponiendo de una fuente casi inagotable de agua.

En un territorio en el que aún se conservan los bombos, esos refugios construidos por aquellos pastores y ganaderos que pasaban largos periodos de tiempo en estas tierras, y en el que proliferaban los molinos de agua y batanes.

El pozo de Las perdigueras siempre estuvo habitado, pero como todo, los tiempos cambian y los trabajadores que vivían en el paraje fueron relevados por la automatización de las máquinas y los avances tecnológicos que permiten su control a distancia

Ante la escasez de agua que sufría el municipio a lo largo de los siglos, que incluso vio limitado su consumo a dos cántaros de agua bajo orden del Ayuntamiento Constitucional el 16 de julio de 1852, el Pozo de Las Perdigueras comenzó a manar agua el 14 de diciembre de 1907, llegando a Alcázar de manera continua en mayo de 1910.

Tras realizar varias catas de agua que se mandan a analizar a Madrid para medir su calidad, se decide instalar el pozo en el paraje de Las Perdigueras. Un agua de magnífica calidad que se ha mantenido invariable desde su excavación.

Del agua que se extrae del acuífero 23, en torno a un 95 a 97% se dedica al regadío de cultivos y solo un 3% para el abastecimiento de la población. Esta sobre explotación agraria y la sequía ha provocado una bajada del nivel de agua que posteriormente se ha recuperado gracias al periodo de lluvias producido entre 2009 y 2012.

Dentro del Pozo, excavado a pico y pala por los trabajadores en 1928, la sala de máquinas se encuentra rodeada por azulejería talaverana que es historia de Alcázar.

En la sala, el motor que extraía el agua se instalaba a diferentes alturas dependiendo de la estación del año y de los niveles de agua que se alcanzaban a lo largo de ésta, dándose el caso de la anegación del habitáculo en varias ocasiones.

Un tesoro que merece la pena conservar y mostrar a futuras generaciones para no olvidar el vínculo y la importancia del agua en Alcázar de San Juan.