Elisa Díaz Argüelles, concejala electa de Equo: El reglamento de organización y funcionamiento en vigor (y no uno futurible) es el que es de aplicación mientras no haya otro distinto

Elisa Díaz Argüelles, concejala electa de Equo:

La propuesta que ha hecho pública el PSOE sobre la futura composición de los grupos municipales, con independencia del pretexto que se aduce (¿racionalización de tiempo y coste?), nos parece un acercamiento al achique de la democracia. Y calificar de anómala la situación de pluralidad reflejada por las urnas, una demostración del talante poco plural que se nos viene para estos cuatro próximos años. Quizás sea este el primer fruto de una mayoría absoluta que, lejos de abrir cauces de generosidad (asegurada la mayoría de votos), podría entenderse como un poder estar más allá de la democracia.

Una mayoría absoluta requiere controles reforzados. Y aquí se los quiere debilitados. Lo que ha sido expresión de la decisión popular, seis voces diferentes, seis grupos municipales que han obtenido el mínimo necesario para tener voz, ahora se quiere matizar desde el que tiene la mayoría y no quiere muchas voces, da la sensación de que confunde mayoría con uniformidad.

Esta propuesta nos parece que es extemporánea. Lo que ahora toca es constituir el Ayuntamiento. Elegir a la persona que haya de ejercer la alcaldía y presidirlo. Y empezar a organizar su arquitectura en todo aquello que marcan la ley y los reglamentos. Ningún decreto de Alcaldía puede ir en contra del Reglamento Orgánico Municipal o de la Ley de Bases del Régimen Local.

El reglamento de organización y funcionamiento en vigor (y no uno futurible) es el que es de aplicación mientras no haya otro distinto. Lo contrario es ilegal, e invalidaría cualquier acto que lo contravenga. Pídase informe jurídico y lo corroborará.

Desde la recuperación de la democracia municipal en la localidad (1979) ha habido tantos grupos como candidaturas con al menos un concejal electo y con independencia del número de las mismas. Así ha sucedido en numerosas ocasiones.

Pretender que un grupo mixto, destinado en su origen a acoger a concejales o concejalas que abandonan la disciplinade la lista en la que fueron elegidos, sea el destino común de cuatro representaciones populares tan dispares como Vox, Ciudadanos, Equo e IU es un auténtico desatino. Quien haya ideado tal horizonte tiene que examinarse a conciencia.

Ese sería el destino de existir la regla de que son necesarios tres concejales para formar un grupo. Por cierto: ¿y por qué no dos? ¿o cuatro? ¿Quién lo ha fabulado así, y cuándo?

Las propuestas de no perder eficacia en los plenos y de hacerlos ágiles en su desarrollo nunca pueden colisionar con el derecho a la participación y a la democracia real y efectiva. ¿Dónde queda el derecho constitucional de un concejal a la participación política a través de sus propuestas?

Piénsese, por ejemplo que, en el Ayuntamiento de Madrid, son seis las iniciativas que pueden presentar los grupos en cada pleno.

Sobran, pues, los argumentos que invitan a rechazar tan vergonzosa propuesta. Bastaría con decir: No. Aplíquese la normativa estatal y municipal vigente. Ese reglamento orgánico que hasta ahora tanto les ha gustado.

Ahora tienen mayoría para cambiarlo por ellos solos. Que opten, si es su intención, y se retraten. Y que se estudie si es ético (y estético) cambiar las reglas con el partido ya empezado.

No es de mención siquiera cómo afectaría tal cosa a las comisiones y su composición, a la dotación de medios materiales, a los tiempos de intervención… en una democracia demediada por los que más debieran contribuir a reforzarla.

El trabajo político de los grupos nunca debe restringirse. Hay tantos grupos como la voluntad democrática ha querido que haya. Esto no quiere decir que se busque en todo momento la divergencia. En un Ayuntamiento plural puede ser una de las principales tareas reforzar esa pluralidad buscando el consenso y la cohesión social como espejo de la sociedad alcazareña.

Una vez constituido el Ayuntamiento, los concejales representan al conjunto de la ciudadanía en su pluralidad. Todos y cada uno tienen derechos fundamentales que hay que salvaguardar con las normas que nos hemos otorgado como institución plenamente democrática.