Las imágenes más bonitas de la nevada caída en las últimas horas en Alcázar de San Juan

¡Nieve blanca, blanca nieve,

como se te admira donde solo llueve!,


¡Ay nieve del alma! Cuando tus


copitos blancos y pequeñitos


sin prisa pero sin pausa,


ritmo bajo o acelerado,


del cielo cayendo están


y en tierra se depositan,


formando una blanca manta


donde se abrigan humildes plantas,


las más endebles y pequeñitas,


del soplo frío del invierno


que las constipa y marchita.

Oro blanco que el invierno aporta


como reserva de vida postrera,


y que en la futura primavera


como sangre fluirá por collados,


barrancos y torrenteras,


encauzada en arterias cinceladas


por el correr de los tiempos,


para llegar a su descanso final


y como agua terminar;


siendo el líquido elixir que


la vida hace fluir


en todas las primaveras,


del uno al otro confín.

Nata blanca y deslizante,


que tantos problemas causa


a todos los paseantes,


que vagan por las ciudades


envueltos en sus gabanes,


entre resbalones, estornudos


y huellas por todas partes.

Que gratificante y bonito


es ver a esos locos bajitos,


con sus manitas enguantadas


y sus botas pequeñitas,


haciendo unas fresquitas pelotitas,


de algo que ellos no saben lo que es,


pero que si la lanzan muy deprisa


al impactar causan risa,


y si tardan un poquito


en su mano se derrite y


como pequeñas gotitas


entre sus dedos como agua se desliza,


hasta llegar otra vez al lugar de donde partió,


cuando el niño como bolita esta nieve recogió.

¡Cuantos recuerdos nos traen


a estos carrozas de hogaño


que tenemos hoy tantos años!;


y al patear esta blanca espuma


de recuerdos nos llenamos,


y volamos al pasado para


con tristeza recordar aquella nieve virginal,


que en nuestras cabezas infantiles


como mariposas se posaban,


jugueteando con unos cabellos


que empezaban a hacer olas,


tan solo pensando en ver el mar


dentro de una caracola;


y al compararla con esta


la que hoy ya no es ninguna fiesta,


nos rebota, nos molesta en


nuestras cabezas de despobladas


y vacías cabelleras,


que poco a poco van dejando


entrever nuestras huesudas calaveras,


como ejemplo de que del mar


llegara Caronte algún día,
con su negra carabela

Joanmoypra/2011