El alma de Marmurán, mucho más que una galería de arte

La vida es una colección de momentos, como el arte. Momentos efímeros que se plasman en un cuadro, una escultura o una fotografía; pero también momentos compartidos con los seres queridos. Así es el alma de Marmurán, la galería de arte alcazareña de la familia Maroto que, en las más de dos décadas que lleva en funcionamiento, ha sabido compartir estos momentos de arte con el público, sin dejar de vivirlos juntos. Es el legado que Guillermo Maroto hereda de su padre Ángel y que seguirá alimentando, “porque lo más importante es que sigamos disfrutando del arte juntos”

Cultura 12 de noviembre de 2022

Para quienes conocen Marmurán desde fuera, les puede parecer que es “la empresa de un loco Quijote” que, en medio de La Mancha, quiso hacer realidad su sueño y transmitir su pasión por el arte.

Sin embargo, Ángel Maroto, fundador de la galería de arte alcazareña, no tiene esta percepción. “Yo sólo he hecho lo que me gusta y a lo que me he dedicado toda la vida. Eso sí, sin tirar la toalla, porque fácil no ha sido y hemos vivido momentos duros, en los que no se vendía nada. Lo que pasa es que, luego, cuando vendías un cuadro importante, lo compensabas y seguías adelante”.

Con la perspectiva del tiempo, más de 20 años al frente de Marmurán, las dificultades parecen relativizarse; sin embargo, al pasar el testigo a Guillermo, vuelven a aflorar. “Lo que le aconsejo es que no se rinda y que sea consciente que, a pesar que ya tenemos una trayectoria, estas situaciones pueden producirse y hay que seguir trabajando”.

Un consejo que al nuevo director, con tan sólo 26 años de edad, no le es ajeno. “Yo he crecido con el arte, conociendo la obra y los nombres de todos los artistas que han pasado por Marmurán. Para mí es algo natural. Sé, que desde fuera, puede parecer extraño que alguien joven como yo sepa estas cosas; pero forman parte de mi vida desde que nací”.

Así lo confirma su padre. “Cuando Guillermo tenía sólo dos años, yo lo cogía en brazos para enseñarle los cuadros, contarle de quién eran, la trayectoria del artista, dónde habían estado expuestos…”

Con un maestro así, era muy difícil que al nuevo director de Marmurán no se le contagiara la pasión por el arte de su padre, “y de mi madre”, apunta, “porque aunque no se la vea, también forma parte de Marmurán”. Con esta frase, Guillermo resume el alma de la galería de arte alcazareña, un negocio familiar creado para compartir su amor por el arte y, sobre todo, “poder pasar momentos juntos, en familia, con algo que nos gusta a los tres”.

Poco más se puede decir, sólo que Marmurán es mucho más que una galería de arte, es toda una vida de momentos compartidos en familia, un legado de sensibilidad y conocimientos que Guillermo toma con naturalidad y, al igual que su padre le aconseja que “no se rinda”; él acepta el testigo con la única condición de seguir compartiendo esos momentos.