Camuñas recrea un año más la historia de Francisquete

Desde hace once años, fieles a su cita, el primer fin de semana de agosto Camuñas regresa al siglo XIX para conmemorar los días en los que Francisco Sánchez Fernández, más conocido como Francisquete o el Tío Camuñas, plantó cara y luchó contra los franceses invasores.

Cuenta la historia que Francisco Sánchez Fernández natural de Camuñas (Toledo), vivía de forma apacible en su pueblo con su mujer y sus seis hijos.

En 1804 hubo un pleito entre el alcalde y el cura ecónomo para determinar a quién correspondía el control de la fiesta del Corpus Christi y el nombramiento de piostres, siendo Juan Pedro el de la Cofradía del Santísimo Sacramento, nombrado por el cura.

Grupos de recreadores llegados de lugares tan diversos como Málaga, Cádiz, Algodonales o Castellón contribuyen a que durante estos días Camuñas sea un perfecto atractivo turístico y cultural, comentaba Pedro Gallego, presidente de La Partida.

Este juicio marcó el devenir de Juan Pedro, ya que cinco años más tarde, el 23 de abril de 1809, un edil municipal, el afrancesado Vicente Hidalgo Saavedra, uno de los integrantes del Ayuntamiento con el cual mantuvo el pleito, fue asesinado por él cuando acompañaba a unos soldados franceses en su busca, hechos que tuvieron lugar en la calle del Pozo Nuevo, junto a la vivienda de los hermanos Sánchez, sita en el número 22.

Un mes después de este incidente, el 21 de mayo, se produce un nuevo asalto de los franceses a la casa de los hermanos. Francisquete logra escapar saltando las tapias y huyendo al campo pero su hermano es alcanzado por varios disparos y retenido en el Ayuntamiento hasta que el 28 de mayo es ajusticiado por “los enemigos de Alcabuzes”, denominación que el cura párroco realiza de los franceses, siendo colgado en una de las aspas del Molino Viejo.

Este hecho de la muerte de su hermano, unido a los abusos de la dominación francesa sobre la localidad y al fallecimiento de su hijo Francisco el día 13 de julio a los diez años de edad, al que no puede hacer más exequias que la sepultura, impulsa a Francisco a recorrer los pueblos vecinos llamando en su auxilio a algunos amigos. Reúne a treinta hombres a caballo, hábiles tiradores y jinetes, y comienza su lucha contra los franceses, quienes popularizarán la frase «¡Que viene el tío Camuñas!», que gritan horrorizados al verle llegar por su fama de despiadado.